viernes, 9 de abril de 2010

Exprimiendo los huesos

El dolor tiene un valor, un valor alto que no todos pueden pagar. Llegado el momento que un ser querido nos deja en este mundo, la maquinaria está lista para empezar. Es un gran negocio el nacimiento, la educación, la salud y la recreación, pero es abominable el lucro que existe detrás de la muerte. Antes (y no hablo de milenios, sino unos cuantos decenios atrás) se despedía al difunto en alguna habitación de la casa, pero hoy en día arrancan con flores y coronas, ataúdes, salas de velatorio, cementerios y demás etcéteras.
La muerte, dama que espera a todos en algún lugar del camino, despliega en lo terrenal un abanico de prestaciones que son extremadamente redituables, y hay un gran ejército que espera deseoso ese momento no deseado por los demás. Y como todo ejército están desprovistos de sentimientos.
En la actualidad hay "cadenas" de casas de velatorios, florerias y cementerios privados, con un gran catálogo de productos para aquellos que no pueden elegir, pagar ni disfrutar.
Si del polvo venimos, y al polvo vamos, para qué? Para seguir exprimiendo el jugo a los billetes.


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